Friday, August 11, 2006

CUALES SON LAS DOS FORMAS DE HACER QUE ALGUIEN ENTIENDA QUE ESTA EQUIVOCADO Y DEBE RECTIFICAR PORQUE TE ESTA PERJUDICANDO?

La primera es hablando con respeto: “Monchy, por favor, baja un poco esa música, son las dos de la mañana, los vecinos van a llamar a la Policía; además, tu sabes que me duele la cabeza”.
La segunda es usando el lenguaje que el terco entiende: “Mira azaroso, bajas la música o te rompo el maldito radio en la cabeza”.


Un viernes en la tarde, después de terminar su trabajo en la construcción de una gran obra, en un pueblo llamado San Juan, República Dominicana, el supervisor Rolando Robles salió en su camioneta para la capital y, un raso del Ejército Nacional, le pidió que le hiciera el favor de llevarlo (pidió una bola). Robles lo complació y así tuvo acompañante en su viaje.

Al entrar el militar al vehículo, el conductor le preguntó si tomaba ron y, cuando el guardia (apellido Ramírez) contestó positivamente, Robles le dijo que sacara y destapara una botella que había en la gaveta de la camioneta. Comenzaron a beber.

Cuando habían tomado la mitad del ron, hacía rato que el militar estaba llamándole coronel al señor Robles y lo repetía con más frecuencia después que el supervisor compró otra botella en una pulpería que encontraron en el camino.

Llegaron a un puente muy estrecho, llamado Lucas Diaz, por el cual los vehículos tenían que pasar uno a uno (el chofer que llegaba a un extremo debía esperar que cruzara el que, desde el otro lado, llegó primero). Cuando iban casi por la mitad del puente, vieron que no podían seguir, porque comenzó a meterse un camión conducido por un chofer que no quería esperar su turno.

El señor Robles, asombrado, preguntó: “¿Qué hacemos Ramírez?” El militar contestó: “Vaya y hable con él”. Robles hizo lo que le sugirió su compañero de viaje y le dijo al imprudente chofer: “Señor, ¿usted no vió que cuando usted llegó ya yo estaba cruzando?” El camionero respondió: “¿Tu sabes de quién es este camión? Dále pa’tra a esa vaina (la camioneta), que ando rápido”.

Decepcionado, Robles regresó a su pequeño vehículo y le contó la actitud del camionero al militar quien, con calma, le dijo: “Vaya y háblele de manera que entienda”.

La segunda vez que Robles trató de convencer al camionero para que lo dejara pasar, no lo logró y entonces Ramírez agarró su fusil y dijo: “Yo voy a hablar con él”. Se paró el militar cerca del chofer abusador y, apuntándole con su arma y el tufo de ron, exclamó: “Mira, fatal, ¿va’a mové o no va’a mové el maldito camión derrrrrr Diablo?” No había acabado de hablar el guardia cuando el camión ya estaba fuera del puente.

Volvió el militar a la camioneta y le dijo al señor Robles: “Tanto que ustedes estudian en la universidad y no aprenden a hablarle a la gente de manera que entiendan”.

Ramírez se retiró del Ejército sin llegar al rango de teniente, pero llegó a la edad de 80 años sin saber lo que es sufrir enfermedades cardíacas ni depresión. Decía que, para tener buena salud, lo ayudó mucho saber cómo hablarle a la gente.

ANTES DE SENTENCIAR

Si tienes que pronunciar una sentencia, no lo hagas sin tener suficiente evidencia y no olvides que, como dicen los abogados, “es mejor liberar a un culpable que condenar a un inocente”.

Una de las anécdotas que se difunden por el correo electrónico (e-mail), sin nombre de autor, dice lo siguiente:
Un señor y su esposa tenían varios años de casados y no habían podido tener hijos.
Para no sentirse solos, compraron un cachorro pastor alemán y lo cuidaron y amaron como si fuera un hijo.
El cachorro creció hasta covertirse en un grande y hermoso perro.
El can salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones y alimañas. Siempre fue fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.

Luego de siete años de tener el perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado.

La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y por eso disminuyeron las atenciones para con el perro, por lo que el animal se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé y ya no era el mismo perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día de paseo en la finca, allá en las altas montañas, la pareja dejó al bebé durmiendo plácidamente en su alcoba, mientras ellos iban a la terraza a preparar una carne asada.

Cuando se dirigían hacia el cuarto del bebé encontraron al perro con el ocico ensangrentado y moviendo la cola.

El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma que llevaba y, en el acto, mató al perro. Corrió desesperado hacia la cuna donde habían dejado al bebé y…tremenda sorpresa. El bebé dormía tranquilamente, pero al lado había una gran serpiente degollada.

El dueño del perro se quedó mudo, estalló en llanto y exclamó: “¡Maté a mi fiel amigo! Y sólo por una duda apresurada”.

EL TELEFONO

Si deseas hacer una llamada telefónica y no es por una emergencia, para no molestar no olvides las horas en las que es muy posible que las personas duerman. Y no hagas llamadas innecesarias a gente que esté trabajando.

¿Cuáles llamadas son bien recibidas a cualquier hora? Las que hagas para informar algo que le interese muchísimo al familiar o amigo que vayas a llamar (“te conseguí el trabajo”, “te aumentarán el sueldo”, “tu hijo salió bien de la operación”, etc.).

Si notas que desde hace varios minutos te están respondiendo sí, nó, anjá o unjú, es muy posible que tu llamada sea inoportuna, despídete, aunque te digan que puedes llamar a cualquier hora o “eso no es nada (llamar a las 11:50 p.m.), nosotros nos acostamos tarde”.

A menos que sea para algo demasiado importante, le digo a mis amigos, "no me llamen un domingo antes de las 8:00 de la mañana, porque si me despiertan o tengo que salir del baño para coger el teléfono, pueden asegurar que, antes de decir “aló”, diré: “¿quién será que está jodiendo a esta hora?”

Si en tu casa hay teléfono y sufres de telefonitis, antes de salir trata de hacer todas las llamadas que necesites, porque no es bueno sentarse en una casa ajena y sacar una libreta para hacer varias llamadas, aunque te digan: “eso no es nada, llama a quien tu quieras”.

Cuando hagas una llamada de larga distancia, recuerda que debes iniciar la conversación con lo que motivó tu llamada, para que después de cerrar no digas: “Diablo, olvidé decir lo más importante”.

Al recibir una llamada desde otro país, tu no sabes si la persona que te llamó quiere o puede hablar por muchos minutos, por eso, no le pases el teléfono a varios parientes o vecinos (te voy a poner a Treculepio, para que lo saludes).

Si vives en un lugar donde los dueños de teléfonos celulares tienen controlados los minutos de llamadas y pagan por las llamadas recibidas, llama a un celular sólo para conversaciones necesarias y breves.

Antes de hablar por teléfono sobre algo comprometedor, recuerda que una tercera persona podría escuchar la conversación, por un cruce de líneas, una extensión, una grabadora, etc.

Hay personas que, para evitar llamadas indeseadas, pagan para cambiar sus números de teléfonos. Recuérdalo antes de darle a alguien un número telefónico ajeno. Si te mudas y alguien quiere que le dejes el servicio telefónico con el número que está a tu nombre, dile NO, a menos que te haga falta tener un problema (deuda grande por llamadas ajenas).

CARTAS

Para hacer una confesión o denuncia grave a través de una carta, debes saber que, por descuido u otras razones, todo lo que escribas podría ser leído por personas a las cuales tu no les escribiste.

Por favor, lea la siguiente anécdota:

En Manhattan, Nueva York, 1967, vivía don Pascual, quien “no pasaba” a Margarita, la esposa de su hijo, pero le hablaba por obligación.

Debido a que no existía el servicio de envío rápido de cartas y/o dinero, don Pascual tuvo la necesidad de pedirle a su nuera, quien iba para República Dominicana, que le hiciera el favor de llevarle a su padre enfermo un sobre que contenía cien dólares y una carta.

Al día siguiente de llegar a su país, Margarita fue al hospital donde estaba internado el bisabuelo de sus hijos y entregó el sobre. El enfermo sacó el dinero y, al notar que su hijo le había escrito, le pidió a su visitante que, por haber perdido los espejuelos, le hiciera el favor de leerle la carta.

Margarita cogió el papel y vió que el remitente sólo había escrito dos párrafos que decían:

“Viejo, por obligación le estoy mandando esta carta con la azarosa mujer de Pascualito, porque era la única persona que tenía viaje. Yo no sé qué fue lo que le dio a beber a mi hijo, porque lo tiene ciego. Es verdad que hay mujeres que hacen de un muchacho un hombre y otras (como Margó) que hacen de un hombre un muchacho".

"Espero que usted se sane pronto, para ir a verlo cuando me salga la residencia”.

El día que Margarita regresó a Nueva York, su suegro le preguntó cómo había visto al viejo, y ella le respondió: “Está muy mejor. Lo único que lo mortifica es que no tiene espejuelos para leer y por eso yo tuve que leerle la carta que usted le mandó”.

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